1 (Adolfo R. Gorosito, marzo 2025) Hace aproximadamente dos semanas hemos comentado en torno a la palabra “vivencia”, destacándola en su significado emocional, sobre todo en aquellos que remiten a la nostalgia en relación a hechos o personas. Así me pasa con el recuerdo de mi abuelo Félix Acosta, padre de mi mamá, quien en su profesión de resero contaba interesantes anécdotas sobre los arreos de haciendas desde los pagos de Veinticinco de Mayo hasta cercanías de Buenos Aires. Nuestra fresca experiencia de varios días de intensas lluvias y problemas consecuentes facilita los recuerdos. Los arreos de haciendas ariscas por aquellos parajes sin caminos era nada fácil, más bien creaban los escenarios propicios para insólitos accidentes. Las jornadas en tiempos de lluvias eran penosas. y aquellos héroes calados hasta sus huesos soportaban el sacrificio que el cuidado de bienes ajenos exigía. Los viajes de los reseros tenían duración indefinida, y el regreso los enteraba de estrecheces y necesidades sufridas por sus familias, cumpliendo una vez más el rito de efímera alegría, y tal vez el anuncio de otra despedida a breve plazo. No sé si es oportuno este tema o acaso “me fui por las ramas”, pero deseo rendir homenaje a quienes protagonizaron el duro paisaje de otros tiempos, esos tiempos que los jóvenes no imaginan, y así sea estímulo para recrear perspectivas de tiempos mejores.
