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(Adolfo R. Gorosito, 2016) – Las condiciones climáticas del martes 21 de junio, día inaugural de la estación que llamamos invierno, armonizaron con la sensación térmica y las nuestras. Frío intenso y viento constante, es decir que fue jornada absolutamente representativa, aunque el otoño también fue riguroso en tal sentido. Alguien apurado para quitar hojita al almanaque seguramente ha de estar esperando la cercana primavera.
En el hemisferio Norte la situación es opuesta, porque comienza el verano. También allá se han sucedido jornadas que anticiparon esta realidad de la naturaleza, y lo presentimos quienes en estos días seguimos por Televisión las alternativas de nuestro seleccionado de futbol, que participa en importante acontecimiento deportivo continental. Cuando el martes 1 de junio la selección ya estaban en Houston esperando el encuentro con el similar de Estados Unidos, el tema dominante era la temperatura ambiente, porque en los días precedentes el termómetro superaba los 40 grados en las horas pico. Pero la información de enviados especiales se refería también a las características del estadio, con capacidad para 70.000 personas y “aire acondicionado”
Guardo fielmente escenas de mi niñez, cuando en la primaria redactábamos composiciones sobre el Invierno, e ilustrábamos nuestros trabajos con dibujos que reflejaban ese estado anímico tan especial que la estación inspira. Al paso de muchos almanaques esas sensaciones se repiten y desde el subconciente adherímos a expresiones como “Nada es nuevo bajo el sol” o “Todo se repite”, algo así como la frase del famoso Lavoissier “Nada se pierde. Todo se transforma”.
Dejemos estas consideraciones tan trilladas. Deseo culminar mi nota de hoy con un párrafo que sobre el tema nos ha alcanzado la señora Stella Maris Caprile de Cadenas, presidente honoraria de Amigos de la Naturaleza:
– “INVIERNO… Vamos aquietando nuestros pensamientos y alivianando nuestra mente para que al alargarse el espacio entre cada pensamiento pueda surgir el poder de nuestra conciencia… Nos vamos aquietando y descendemos a profundidades desconocidas de nuestro ser, donde se encuentran fuerzas dormidas y capacidades latentes inherentes a la realidad humana… desde donde fluye, cual una ola gigante que se originó en las profundidades y pugna por emerger a la superficie, el palpitante misterio de la naturaleza humana, la parte desconocida de Dios y de la Gran Naturaleza que vive en cada uno de nosotros como germen de nuestro futuro ¡Gracias Invierno…! ¡Gracias Naturaleza…!, por hacer posible que podamos retirarnos en nuestro interior para comenzar a ser un poquito más conscientes”.