131 (Adolfo R. Gorosito, julio 2024) – La proclamación de la Independencia Nacional no resultó fácil en su gestación. Una cita ineludible es la formación de la Primera Junta de Gobierno en mayo de 1810, como acontecimiento explosivo para un nuevo país en el sur americano. Fue un grito de Libertad pero faltaba mucho por hacer. Sus protagonistas no imaginaron siquiera los obstáculos que habrían de oponerse. La sucesión de formas de gobierno (cada cual con su estilo) como lo demuestran: `primero y segundo Triunviratos, gran Asamblea general del año 1813 y el Directorio en su vigencia desde 1814 a 1820, incluyendo en el tortuoso camino la Constitución Nacional de 1819, otro motivo de históricas discusiones y posiciones políticas, económicas y militares. En ese panorama se desarrollaron los hechos que incidieron en la convocatoria al Congreso de Tucumán, urgido por el General José de San Martín, quien ya había comenzado a formar el Ejército de los Andes, pero necesitaba una clara definición nacional. Como le ocurría al General Manuel Belgrano, con la flamante bandera celeste y blanca orientando al Ejército del Norte, y las proezas de Miguel de Güemes al frente de sus gauchos. Faltaba la proclamación de independencia, jalón cumbre la historia. Se suele repetir que la Patria se hizo a caballo, y hay mucho de cierto en ello por distancias y urgencias. Costando sangre, propósitos y renuncias la Independencia llegó, y es concepto virtual que todos los argentinos de bien debemos defender.
