67 (Adolfo R. Gorosito, julio 2016) – Siempre busco alguna salida ideal, algún sendero de esperanza frente a acontecimientos ingratos. En recientes semanas aparecieron mis artículos “Masacote”, “Independencia”, “El reloj de la iglesia”, “Día Internacional del Amigo”, compartiendo sensaciones gratas. En “Masacote” aludí a noticias recientes y contrapuestas, dando razón al tango “Cambalache”, cuyo texto señala que “nada es mejor”, “el que no afana es un gil” y otras lindezas. Pero también publiqué en este mismo portal “El Hombre contra el Hombre” (08/14), “”Tragedia lejana” ((11/14), “Exterminio de cristianos” (03/15), “Extremismo mortal” (11/15) y “Los horrores de la guerra”, entre otros. Podríamos seguir enumerando otros breves capítulos que intentan acompañar el devenir de nuestro querido Gonzales Chaves y su desenvolvimiento acompañando al acontecer provincial y nacional, pero es oportuno detener nuestra reflexión en lo que está tiñendo de horror y oscuras perspectivas a un presente que deseamos sea catapulta de tiempos mejores. Repito “tiempos mejores” como expresión de deseos y no como adicción repetitiva. ¿Qué está ocurriendo hoy, mucho más grave que los fantasmas de la Economía y de la Inseguridad que nos acosan día a día? Es tapa de todos los diarios y tema central de los informes de la Televisión: la amenaza constante agravada con sangrientos atentados de los que se declara responsable el ISIS (sigla de la denominación “Estado Islámico”) compuesto por fanáticos que sostienen su fe en un Alá vengativo a ultranza, que no admite en su ámbito de fe a los infieles, es decir a quienes difieren de lo más riguroso y discutible de sus libros sagrados. El fanatismo religioso es llevado al paroxismo en pleno Siglo XXI. Predican que quien mata a uno o más infieles es directamente recibido por Alá para gozar de privilegios superiores por toda la eternidad. Es argumento principal de todos los atentados que están ocurriendo en muchos países. Este fenómeno es descripto como foco canceroso que deriva en metástasis incontrolable, y los destinos de tales atentados demuestran la tragedia de esa metástasis social para la que las defensas deben adecuarse en cada ocasión. Sería bueno que funcionen nuestras antenas. No limitarnos al problema doméstico e inmediato. Está ocurriendo en países lejanos pero debe inquietarnos. Fíjense, por ejemplo, que la población de Brasil ya tiembla ante la posibilidad de algún atentado pese a las extraordinarias estrategias de seguridad que seguramente se están diseñando. y echan un velo de aprehensión sobre los Juegos Olímpicos 2016 ¡No está lejos el peligro de esta metástasis de horror! Brasil es un país limítrofe, la atención del mundo se concentra en el magno acontecimiento deportivo, y allí estarán más de doscientos atletas argentinos para competir en capacidad abierta y legítima.
