213 Juan Carlos Nesprías, el “Grandote” de Cañuelas, murió este miércoles 4 de octubre en la Clínica Monte Grande, donde se encontraba internado desde hacía una semana afectado por una infección renal y un cuadro cardiaco. El máximo exponente del automovilismo de aquella localidad, muy querido en todo el ambiente fierrero, nació en Cañuelas el 16 de agosto de 1950. Desde muy chico mostró su vocación por la mecánica, tanto es así que fabricaba sus propios juguetes. A los 14 años pintaba tractores de verde y amarillo en Casa Roma, su primera “changa” en sus años de adolescencia. A los 17 años, cuando todavía estaba estudiando, entró como aprendiz en el taller de Jorge Alberto Pavesi y durante la noche arreglaba autos para la IKA Renault de Denicoló gracias a la generosidad de su tío Norberto Laurens, que le prestó un galpón en Mitre 734. Al poco tiempo abandonó el taller de Pavesi para independizarse. El 8 de septiembre de 1970, cuando tenía 20 años, la Municipalidad le otorgó la habilitación de su primer taller. Al poco tiempo abandonó el galpón de Mitre y se mudó a Rivadavia al 700. Más tarde pasó por Brandsen 125 y Alem 536 hasta recalar finalmente recaló en Hipólito Yrigoyen 550/2, donde se instaló el 2 de enero de 1980. A los 23 años -con pocas herramientas y mucho ingenio- se animó a fabricar con trozos de chapa un auto antiguo conocida como ‘categoría limitada 27’. A la edad en que otros pibes no hacían más que interesarse por el fútbol o los bailes del fin de semana, Nesprías ya era un avezado conocedor de su oficio. Luego de un período en la categoría Limitada 27, en 1978 se incorporó al TC Roqueperense. Su primer auto lo armó por completo durante el Mundial de fútbol celebrado en Argentina. Durante los cinco años que compitió en esa categoría zonal siempre ocupó los puestos de vanguardia. En una oportunidad ganó con media vuelta de ventaja, tanto es así que tuvo tiempo de detenerse, bajarse del auto y tomar la bandera que le entregó el banderillero. Comenzó a correr en el Turismo Carretera luego de una idea que se le ocurrió a Luis Indaverea en “La peña de los Martes”. Debutó el 10 de febrero de 1985 en el Autódromo de Buenos Aires con un primer lugar entre los debutantes. El 7 de diciembre de 1986, en La Pampa, marcó el récord de velocidad en el Turismo Carretera: 257 de promedio y 306 de velocidad final, marca que aún se mantiene vigente. Ese día el pueblo de Cañuelas lo recibió con una caravana en Av. Libertad y Ruta 205. Corrió con Dodge hasta 1993 y con Ford hasta su retiro en la temporada 94/95. Ya consolidado como tallerista fue también bombero voluntario de nuestro cuerpo local durante cinco años. Hace unos años en una entrevista con InfoCañuelas comentó que su carrera deportiva nunca interfirió en su trabajo. “De día trabajaba para los clientes y a la noche me ocupaba del auto de la peña. Lo tenía en la estación de servicio de García, nunca en el taller, para no mezclar las cosas. Me acostaba a las 2 o 3 de la mañana y al rato a madrugar para no fallarles a los clientes. Una vez, en 1986, estuve 36 horas sin dormir cuando armé una tapa de cilindro para el gran premio, porque el auto no tenía tapa de cilindro, se compraba el hierro en bruto había que maquetearlo”. Una síntesis de la filosofía de ese hombre que se construyó a sí mismo. En su homenaje, la intendenta de Cañuelas, Marisa Fassi, decretó 48 horas de duelo comunitario, expresando sus condolencias a familiares y amigos. (Fuente: InfoCañuelas)