1 (Adolfo R. Gorosito, enero 2025) – Comienzo este artículo sinceramente conmocionado al leer una vez más sobre el incendio que sumerge a ciudad Los Angeles (Estado de California en EE.UU.) en centro de la atención del mundo ante semejante desastre cuyo origen aún se desconoce, o solamente se supone. El lamentable hecho nos invita a meditar sobre los más graves incendios que la historia registra, y obviamente ese recurso memorioso no ayuda para entenderlo en su real magnitud. Eso sí, nos remonta a imágenes mentales y emocionales ante circunstancias de parecidas características. La mente humana crea escenas fantásticas, y por lo general se enciende la chispa de compartida angustia, aunque sabemos que toda intención de ayuda se diluye a la distancia. Pero es posible recurrir a conclusiones positivas dentro del dramático cuadro. Pensemos en nuestra cuota de responsabilidad ante incendios forestales, a los que hay que sumar pérdidas ambientales y su difícil recuperación, que no siempre es posible. Do factores se reúnen para recurrir a las estadísticas y estimar que esas estadísticas nos favorecen: Las tareas de control en el campo que nos rodea, y la preparación técnica y práctica de nuestro Bomberos Voluntarios, siempre atentos ante toda eventualidad.